Magia, colorido, creatividad, música e imaginación describen perfectamente nuestro carnaval, y así lo pude percibir cuando siendo las 4:30 de la tarde llegué a la Avenida las Carreras con Sánchez y me detuve por 1 hora y 15 minutos a observar los acontecimientos.
En un desfile muy colorido donde abundaba el rojo, verde, blanco, azul, amarillo y el color naranja, la creatividad no tiene límites, distintos ritmos musicales que confunden nuestros oídos, mientras la gente baila y brinca mostrando el espíritu alegre de una tradición que corre por sus venas.
A parte de los disfraces tradicionales que históricamente conocemos (Nicolás Dendén, Roba La Gallina, El engrasado, Lechones Joyeros y Pepineros, Diablos cojuelos, se me muere rebeca, califé, los africanos, los indios, entre otros), a esta fiesta se dan cita grandes personalidades históricas, patrióticas y políticas que van desde Juan Pablo Duarte hasta Barack Obama.
Lechones que mueven sus trajes llenos de pitos, espejos, cascabeles y otros accesorios, desfilan unos tras otros haciendo sonar con intensidad su fuete, mientras otros van repartiendo golpes con sus temidas vejigas. Aunque se pueden escuchar cantos típicos del carnaval como roba la gallina, carnaval, se me muere rebeca, Macarao y lechón cuajao, amarillo y colorao, el reggae se ha colado en estas celebraciones dándole más movimiento al desfile aun desfile cuyo sinónimo es alegría.
La transculturación que hoy día vemos en nuestro carnaval lo acercan más a lo popular y lo aleja cada día más de su significado religioso ha alargado las actividades más allá de la cuaresma, lo que ha generado ciertas polémicas, pero esto no ha sido motivo para detener una tradición que se ha mantenido más de 400 años.
Qué lindo nuestras expresiones culturales, esa es nuestra cultura, esta es nuestra Rep. Dom.
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